Las llantas van fijadas al eje mecánicamente mediante distintas tuercas que las sujetan al cubo de la rueda, en el centro del velo de la misma.
En cambio, no es el caso del neumático, que sólo se mantiene en su sitio por el efecto de la presión interna sobre el talón que se aplica contra el asiento de la llanta.
En estas condiciones, en algunos casos es posible que el neumático se resbale en la llanta. Se trata aquí de un verdadero problema, ya que esto conlleva la destrucción progresiva del talón y ya no garantiza ni la adhesión ni la estanqueidad necesarias para un uso normal de tus neumáticos.
Conviene ser extremadamente vigilante con los lubricantes porque, aunque parezca algo neutro o trivial, las consecuencias de utilizar un mal lubricante pueden conllevar la sustitución de tu neumático nuevo con las importantes consecuencias económicas que esto supone.
Deben evitarse todos los productos derivados de hidrocarburos, todos los aceites minerales utilizados en motores ya que, al tener una lubricación excesiva, permanecerán grasos continuamente y provocarán sistemáticamente la rotación del neumático en la llanta. Además, los hidrocarburos o productos similares son incompatibles con el caucho natural de los neumáticos, ya que atacan la estructura química del polímero.
Para garantizar un montaje o desmontaje correcto, hay que utilizar un lubricante específico que haya sido diseñado exclusivamente para el montaje de neumáticos agrícolas. La mayor ventaja de este tipo de lubricante es que tiene la particularidad de secarse y evaporarse y, por lo tanto, no dejará ningún residuo ni en la llanta ni en el neumático. Impedirá que el neumático se adhiera a la llanta y protegerá a esta última de la corrosión.
El moleteado o las estrías que se encuentran en la llanta en el lugar donde se apoya el talón del neumático desempeñan un papel importante. Permiten mantener y estabilizar el talón impidiendo que gire en la llanta.
Si las estrías presentan ligeros rastros de óxido, esto será más bien favorable para que el neumático se agarre mejor a la llanta.
Sin embargo, al cambiar los neumáticos o para un montaje específico de neumáticos, hay que asegurarse de limpiar bien esta zona con un cepillo metálico para eliminar cualquier partícula de óxido que pueda saltar. Si los rastros de óxido no presentan asperezas, entonces el talón del neumático estará bien sujeto.
El reflejo natural consiste en proteger el hierro de la corrosión mediante el uso de pinturas antioxidantes y esto puede ser beneficioso para proteger los puntos de fijación de la llanta en la parte de apoyo del cubo del eje.
Sin embargo, es importante evitar pintar las estrías donde se asienta el talón, ya que la pintura puede rellenar el moleteado y redondear la zona superior de las estrías, reduciendo al mismo tiempo la capacidad de agarre de esta zona.
La pintura tenderá a alisar dicha zona, lo que provocará la rotación del neumático en la llanta en cuanto la máquina necesite utilizar el par motor.
Durante las competiciones de tracción en las que el par es muy elevado, el neumático suele ir atornillado a través del asiento de la llanta en el talón del neumático para evitar la rotación.
Si el neumático empieza a girar en la llanta, las estrías que tenían un papel positivo para el agarre, tendrán un papel negativo ya que destruirán rápidamente la goma del talón del neumático, dejando al descubierto las capas de fibra de la estructura o peor aún los aros, lo que implica una sustitución inmediata.
El talón del neumático debe adaptarse perfectamente al emplazamiento previsto sobre el asiento de la llanta y en toda su circunferencia. La más mínima deformación de la llanta puede cambiar muy ligeramente la posición del talón, puede provocar una pérdida de estanqueidad o, en determinadas condiciones, cuando el par es mayor, la rotación del neumático en la llanta.
La deformación puede estar relacionada con una llanta de baja calidad cuya forma sea ligeramente ovalada, o que haya sufrido una deformación por una carga excesiva, o por unas malas condiciones de uso, o incluso por una acumulación excesiva de partículas de óxido en el asiento de la llanta, lo cual aumenta el diámetro de la misma en algunos puntos.
La llanta tiene que corresponder perfectamente a la medida de tu neumático ya que son los flancos y los talones los que mantienen el neumático en su lugar gracias a la fuerza de la presión.
Si se monta un neumático ancho en una llanta demasiado estrecha, la posición de los talones será inadecuada. Esta mala posición y la deformación resultante provocarán la erosión de la goma del talón así como un desgaste prematuro de toda esta zona del neumático. El riesgo de desllantamiento de los talones aumenta y puede provocar una pérdida repentina de presión si conduces con una carga excesiva, con sobrepresión o con una velocidad demasiado elevada.
El hecho de reducir la presión es obviamente eficaz para evitar la compactación del suelo y mantener la productividad de tus parcelas. Sin embargo, está desaconsejado trabajar a baja presión con neumáticos convencionales, que no están diseñados para este uso, sobre todo si necesitas una gran capacidad de carga y te hace falta el par motor.
Una presión demasiado baja implica una fuerte deformación de los flancos y reduce mecánicamente el área de contacto del talón con la llanta.
Las principales consecuencias serán un riesgo de rotación del neumático en la llanta, así como un riesgo de pérdida de adherencia y de estanqueidad. Esta pérdida de presión adicional amplificará aún más la deformación, haciendo que el flanco se corte en la borde de la llanta, justo por encima del retorno del talón, lo que te obligará a sustituir el neumático.
La mayoría de personas que han leído este artículo también han leído los artículos siguientes: